
Pasaron seis meses y me dijiste adiós, un placer coincidir en esta vida. Allí me quedé, en una mano el corazón y en la otra excusas que ni tú entendías.
Por eso esperaba con la carita empapada que llegaras con rosas, mil rosas para mí. Porque ya sabes que me encantan esas cosas que no importa si es muy tonto, soy así. Y aún me parece mentira que se escape mi vida imaginando que vuelves a pasarte por aquí, donde los viernes cada tarde, como siempre, la esperanza dice "quieta, hoy quizás sí..."
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